lunes, 14 de febrero de 2011

Sombra.

Un hombre camina
ajeno al rumor de la ciudad,
está leyendo un libro
de tapas negras y título ilegible
desde aquí.


¿Soy yo ese hombre o es una sombra
-la que me asignaron al nacer-
quien me camina y calza
mis botas Coolway de tela negra
-(since 1966 California)- y viste
el abrigo marrón made in Turkey
que me rescata del frío,
la que besa a la mujer que siembra osadías
en mi piel,
y acampa en sus paisajes
y le propone
excursiones guiadas a las simas insidiosas del placer,
la que abraza a mi hijo como yo
siempre he querido abrazarle,
la que me oxida y me habita
lunes a viernes de 8 a 3
y me confunde los días y me hace más hermético,
mendiga mi amor en los pasillos
y se crece
y me engulle
y se envilece?


4 comentarios:

Unknown dijo...

Muchas veces he creído ser mi sombra, y bajo la lluvia me he sentido extraño a mi mismo, y es cierto a veces esa sombra se crece, me engulle, y se envilece en mi contra.
Creo que tu poema lo he hecho mío.
Un abrazo.
Leo

Eva Márquez dijo...

Mi sombra se ha apoderado de mí, ha convertido las yemas de mis dedos en los dedos de tu sombra, esa que besa a esa mujer que siembra osadías y me ha regalado huellas en el escote ...

me encanta, que es lo mismo que decir
me encantas ...
bs
Eva

ruben lapuente dijo...

Sentirte , verte como extraño ,casi sin reconocerte ,casi manejado , el débil de tantos momentos ya pasados. Lo has expresado de una forma muy convincente, con mucho estilo.
Un abrazo

Paloma Corrales dijo...

A veces la sombra quiere decirnos algo...

Besos.