martes, 13 de noviembre de 2012

Claroscuros


Sobre la luz artrítica de la tarde
descargo un júbilo breve
desde el calor de dos cuerpos en una cama
recién dispuesta al amor.

Una vivienda limpia frente al mundo
con la claridad amaestrada de un jilguero.

Más allá de la lluvia
entre la botánica y el sentido común
se abre una pureza de color sereno
que arde en el patio con una madera de siglos.

Mis manos se amarran a los árboles que no veo
en las paredes del bosque colgaron sus zapatos
pero las lanzas abandonan su paisaje
y aunque el sendero está marcado
con la sangre de mil ríos
yo soy hombre que vivió todos sus años.

4 comentarios:

Damu Aguirre dijo...

Esa lluvia me resuena a algún amor privaveral, o al aroma de la tierra húmeda unos segundos después de empezar a llover.

María Socorro Luis dijo...


Está bien ese júbilo breve y saber apreciar el color y el calor de la vida, a pesar.

Nos queda el amor.

Abrazo.

Elisabeth dijo...

Tu serás un hombre que vivirá todos sus años... Precioso Eloy, me gusta mucho.

Gino Ginoris dijo...

Eloy, en algún lugar dejé mi enhorabuena por tu libro, aquí dejo mi aplauso para este poema exquisito y sereno, profundo y sobre todo maduro.
Me gustó. Abrazo.
Gino.