jueves, 1 de noviembre de 2012

Virus


Mi debilidad es un bosque amazónico
un puente con carcoma establecida.
En las piernas un jilguero de invierno
ha vestido su nido de migajas
y el camino es largo y el dolor no tiene

el descenso raudo de un albatros.

Por eso duermo más y como menos
y los sueños me arrastran hacia un sendero excéntrico y sin señales.
En días horizontalmente tóxicos
soy Glauco húmedo y desdentado
blando tenue ... lábil lánguido
como el sexo del después.

Un diptongo colectivo congelando extremidades
vuelve al tiempo que fluye y no desemboca
y la caldera gotea si no hay savia circulante
que unte las venas con su manchado martillo.

En mi país de broma ¡todos somos tan débiles!
Hasta los árboles temen por su impunidad natural.
El gran ojo tiene rasgado el lagrimal
una culebra serpentea distraída por los labios del abismo.
Yo llevo austero la carga de todos vuestros años
un ligero dolor de siglos sin tormenta en los tobillos.

Y en días de extraño augurio
mi padre en silla de ruedas me indica el camino con su dedo índice
enraizado y tumefacto.


1 comentario:

María Socorro Luis dijo...


Todos infectados por ese virus.

Lo llamaría indiferencia crónica.

Un magnífico poema, Eloy.

Besos (con fiebre)