martes, 8 de marzo de 2016

País




País enarbolado en la soberbia
que huele a esparto y a hierro frío.
Lugar de dobles mirándose al espejo,
paisito viejo, terco y aseado
a brillo de sangre coagulada
o martillo golpeador de heridas.


Mi país inédito, como etiqueta en la placa,
volviendo desde los siglos
hasta el sueño de la persistencia.
 

País de raíces podridas hacia el tuétano,
deseado calor de alforjas en el pueblo,
tu lluvia será un escalofrío en la era abandonada,
tu pose y tu atuendo, una noche
de luna blanca con potros pateando
palmo a palmo los rastros de tu paisaje.


Nosotros, en la balsa de los incrédulos,
escindidos, circunspectos como mástiles
celebraremos la justicia con un guante impermeable
a las necias servidumbres del pasado,
profiriendo amor a los pies de la manada
erguidos como soles
para que nuevos ojos
vengan a mirarnos desde fuera.





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