martes, 5 de septiembre de 2017

[Cuando todo esté rendido]




Cuando el todo esté rendido
y el Gran Depredador sea una losa
que amamante las crines del sustento
y los delatores coman los despojos en platos de colores
y la lluvia sea una esperanza vana
del reencuentro con el olor de los cuerpos
cuando anuncian el claro simulacro del amor
en la fiebre de marchar hacia un futuro.


Cuando la bota se convierta en un arado
que rastrea las flores y etiqueta sus tallos.
Cuando el cuándo y el porqué
el ahora el dónde y el cómo
sean una sierra de ajos tendidos al sol
y los nombres propios se confundan con horarios.


Cuando los conductores lleven una taza con sus muestras
en todo cruce esquina parada o edificio
- el amor será una urgencia a contramano -
los códigos abran las frases con su equinoccio de sábanas
en casas cerradas al núcleo por su espina dorsal.
 

En tiempos de gurús y celebración de la derrota
apareceremos con venas de honra entre los ojos
parapetados en el vientre de la madre muerta
como orugas acechando a un lanzallamas
héroes de adverbios y de barro en los confines
borradores de fronteras o guerrilleros de la mirada ancha
para dotar a la palabra de su más antigua función:
quitamiedos para masas.




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