lunes, 8 de enero de 2018

el otro lado del extremo



veo el hueco
lo deshago
con sal de las alturas
y un cielo negro espeso de señales
hay un televisor blanco que se desangra
otra silla en posición inferior
los relojes de la casa
ya no enferman
su permanencia me conmueve
un gorrión debajo de la mesa
busca la ventana
que le devuelva
al otro lado del extremo
donde le espere el árbol y el consuelo
el instinto de pájaro
su sombra en la corriente
dos luces en la azotea del sueño
pervivo o sobrellevo la vida
avanzo dos brazos
y pierdo la rutina
en un bosque de espejos
veo el color
que da forma a las raíces
analizo sus causas
y no encuentro arena al final del sonido
el sillón me atrapa
con sus brazos de rama
me quedo allí unos pasos
el agua se vierte
y dos palomas sucias
se estrellan contra la noche
soy un espíritu horizontal
rodeado de congéneres
de extensos hombros y lenguajes
nada de lo que ocurre me sucede
ahora voy en aquella canoa
que cruza la ciudad
cuando nadie la vive
sobre la hierba de un tapiz
duermo
todas las cosas aprendidas
se diluyen en la nada
¡qué poco valen
aquí las palabras!




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